jueves, 21 de abril de 2011

IMPRESIONES SOBRE "LA AVERÍA"





Pintor y  escritor nacido en Konolfingen ,  Friedrich Dürrenmatt  ante todo fue un gran autor teatral que escribió en lengua alemana la mayoría de sus obras.

 “La Avería” es una adaptación  hecha de un cuento corto en el que Dürrenmatt, teniendo presente su pasión por la filosofía y las novelas policiacas,   propone un inquietante debate entre la objetividad de la ley y la subjetividad de la justicia. Partiendo de esta premisa, la obra da comienzo con la avería de un coche en un pueblo perdido y la necesidad de su dueño (comerciante de oficio) de aceptar la invitación de un anciano a alojarse en su casa hasta la mañana siguiente en la que el vehículo ya estará listo, pudiendo así continuar su camino.

Durante la cena, en la que el joven vendedor será tentado, y caerá entre otros, en el pecado de la gula, presenciaremos el encuentro de éste con un grupo de ancianos ya jubilados,  que acuden cada semana a la casa y realizan un intrigante y peligroso juego consistente en revivir sus antiguas profesiones, todas ellas relacionadas con el mundo de la justicia. Esta cena supone un "acto de reflexión" y en ella se examinan conceptos éticos tales como la honestidad, la amistad, la envidia o el odio, invitándonos a recapacitar acerca de la importancia o no que tienen nuestros objetivos en la vida.  Dicho así, la obra parece complicada, y lo es, sobre todo la primera media hora. Durante 120 minutos nos bombardean con preguntas que nos hacen reflexionar sobre la gran contradicción y lucha permanente entre la ley y la justicia para, finalmente, encontrar las respuestas en forma de sorprendente,  a la par que predecible, final; todos peleamos por nuestros objetivos y nos abrimos paso, si es necesario a codazos y pisotones. Esto es algo legítimo que no atenta contra la ley, pero ¿es justo?. Igualmente fijamos una edad en la que imperativamente nos obligan a dejar nuestros puestos de responsabilidad y se nos aparta del mundo laboral relegándonos a un mundo oscuro próximo a la muerte, casi negándonos la integración social, lo cual también es algo legal, pero ¿resulta justo?. Sí, sí, estas preguntas, conforme avanza la obra,  te las vas haciendo en tu cabeza según asimilas el texto que escuchas.

Tengo que destacar el magistral trabajo de actores, que lejos de los 80 y 90 años de sus personajes, se transmutan y convierten en auténticos ancianos, dotando a cada uno de ellos de personalidad, cuerpo y alma. Todos, sin excepción están maravillosos aunque he de reconocer mi debilidad por Asier Etxeandia, al que sigo y admiro desde su magistral interpretación de Emcee en la versión que Sam Mendes hizo de Cabaret. Como contrapunto también destacar la brillante actuación de José Luis García-Pérez y una irreconocible Emma Suárez.

En cuanto a la dirección, creo que Blanca Portillo nos ha regalado un trabajo limpio, honesto, bello y muy teatral. Quienes la hemos seguido como actriz, hemos apreciado claramente como Blanca ha sabido incorporar a esta obra todo lo aprendido de los grandes directores (Narros, Pandur, Lavelli, Almodovar, etc) que han tenido la fortuna de poder dirigir a la actriz. Eso dice mucho a favor de la Portillo, quien ya “apunta maneras” y con casi toda seguridad, acabará estando, entre los genios que cité con anterioridad. De momento, ya está entre las mejores actrices, si no la mejor.
Pero no todo es bueno en “La Avería”. Personalmente no me ha entusiasmado el tema del maquillaje. Posiblemente no era necesario ese abuso del latex. Tampoco creo que el espacio escénico del Matadero sea el más indicado para esta obra ya que la bonita escenografía planteada por Andrea D´Odorico se pierde en la inmensidad de la nave, algo que con seguridad se pronuncia aún más según te vas alejando de las primeras filas debido a que el patio de butacas se plantea en forma de gradas,  alcanzando una considerable altura que, no sólo te permitirte visionar el escenario, sino que además te invita a la distracción  al imponer ante tus ojos el resto del espacio que en esta ocasión no se utiliza como en su día se hizo,  por ejemplo,  en el Hamlet de Pandur.

“La Avería” gustó y mucho. Una larga ovación terminó con la puesta en pie del respetable, algo que me agradó ya que la representación lo merecía. Sin lugar a dudas, una función que podrá presumir de estar entre las mejores de la temporada.

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