miércoles, 17 de agosto de 2011

LA GRAN DEPRESIÓN




Desde hace ya algo más de un mes, podemos ver en el teatro Infanta Isabel “La Gran Depresión”; una obra escrita y dirigida por Nuria Ayaso y Felix Sabroso. Estamos ante una comedia que comprime todo lo mejor y lo peor de estos dos directores de cine que han sabido plasmar en un texto, desde mi punto de vista “notable” (aunque con matices),   aquellos elementos, recursos, guiños, referentes (sobre todo a Almodovar), estilos, colores, temas y maneras que durante todos estos años han ido componiendo su filmografía.

Esta es una comedia de mujeres, que en palabras del propio Felix Sabroso, “homenajea a la alta comedia de los cincuenta, reinventados en los ochenta”. La función está escrita, sin  ningún género de dudas, por y para las dos protagonistas; Bibiana Fernández y Loles León, que durante hora y media, se interpretan a sí mismas y regalan al público, con gran generosidad un vodevil rosa, de lentejuelas, divertido y muy marica, lejos de reflexiones profundas, dobles lecturas e interpretaciones magistrales, que no tendrían cabida en una función de estas características.

Me sorprendió la capacidad que estos dos personajes mediáticos tienen para saber, desde el minuto "0", provocar la carcajada entre los asistentes, y mantener ese estado sin que decaiga la sonrisa en ningún momento. Parte de culpa la tiene el buen hacer de Nuria y Felix, que han sabido mezclar con frescura y gracia, sus siempre recurrentes, y puede que ya algo “demodé”, temas de pastillas, alcohol, suicidios, operaciones de estéticas, pistolas, abandonos, envidias. A ello hay que añadir  una dirección teatral en la que “no hay dirección” y donde con inteligencia, Nuria y Felix, han sabido dejar que las dos “comediantes” hagan lo que les de la gana sobre las tablas, eso sí, recordándoles que deben poner voz al texto, aunque sin necesidad de matices,  como si estuvieran hablando entre ellas.

La obra no tiene trampa ni cartón. No pretende lanzar un mensaje existencial o abrir un debate social sobre la “soledad y los sentimientos de la mujer”. Esta obra da lo que la gente espera y desea; ver a dos personajes mediáticos, “showgirls”, populares por su personalidad y que en esta ocasión, en vez de verlas por la pequeña pantalla opinando o debatiendo, nos brindan la oportunidad de tenerlas a escasos metros y observarlas haciendo lo que siempre hacen, y lo que hacen, lo hacen muy bien.

Aún con todo,  eché de menos una dirección teatral: las actrices hablan dirigiéndose al público y no entre ellas. Los diálogos carecen de pausas y silencios y ello provoca que sean muchas las ocasiones en las que ambas compañeras se pisan entre sí. También sería muy necesario controlar los “tics”, excesivos y abusivos por parte de ambas y tal vez, eliminar esos momentos “playbacks” que no aportan mucho salvo la risa ante el desconcierto de no entender “a cuento de qué” se ponen a cantar.

Estas observaciones, a mi modo de ver, resultan positivas ya que pienso que estamos ante un producto necesario en nuestro teatro  que la gente demanda, y que si se logra pulir, podríamos estar ante una nueva era teatral de la “alta comedia”  a la que referencia Felix, y en la que ambos directores, se podrían coronar como los reyes.

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