Cuesta entender
bien el éxito de Evita, más si tenemos en cuenta que hablamos de una historia y
un personaje muy alejado de la cultura anglosajona, hasta que descubres que Webber
se inspiró en el cuestionable libro de Mary
Main, “The Woman with the Whip”,
algo así como “La mujer con el látigo”,
basado en la vida y muerte de Eva Perón y su influencia en el país de Argentina
a partir del ascenso al poder de Juan Perón. En definitiva, que estamos ante
una secuela modernizada de la Florentina
“Hoguera de las vanidades” acontecida en el siglo XV, y eso siempre ha tirado
mucho.
Con
música de Andrew Lloyd Webber y letra
de Tim Rice, el musical logró un
rotundo éxito y una importante colección de premios a pesar del mal estar, por
un lado de los argentinos, que veían a Santa Evita, retratada como una mujer
llena de defectos, casquivana, contradictoria y ambiciosa, y por otro, de los peronistas
que lanzaron duras críticas y no se cansaron de publicar una larga lista de
errores históricos, entre los que destacaba el polémico personaje del Che, que
nunca coincidió ni conoció a Evita pero que sin embargo, Webber y Rice han
repetido hasta la saciedad que era un mero narrador de la historia que nada tenía
ni tiene que ver con Guevara.
Broadway recibe
una vez más a “Evita” por la puerta grande, con un reparto de lujo en cuanto a
tirón mediático se refiere y un envoltorio glamuroso que tanto gusta a los Americanos.
La obra
se puede ver en el Marquis Theatre, en
la calle 45th, en pleno Times Square, ubicado en el interior del lujoso hotel Marquis. Se trata de un teatro grande,
muy cómodo y perfecto para la obra que se representa pero para los Europeos,
raro ya que no estamos acostumbrados a tener hoteles con teatros de más de 1600
localidades como parte de su infraestructura y servicios.
Tuve la
gran suerte de ver la obra en la fila 7, centrado, lo cual me permitió advertir
detalles que los de más atrás no iban a ver. Y digo esto porque el montaje, si
bien es muy bonito y efectista, tal vez peca de oscuro. No he logrado entender
muy bien lo que buscaba el director, Michael
Grandage y el diseñador de luces, Neil
Austin, ambos reconocidos profesionales, desarrollando la historia de “Evita”
a media luz. Reconozco que la idea de no abusar de la luz crea escenas de pura belleza,
estéticamente hablando, sirva de ejemplo el famoso “On This Night of a Thousand Stars”, pero resta magia a otras que
piden a gritos un foco que ilumine y ensalce el momento , como es la aparición de
Evita en el balcón de la Casa Rosada, para mi gusto, algo descafeinada, y no
será por falta de medios, decorado, vestuario y planta de la actriz.
En cuanto
a los intérpretes, un diez para todos. Estamos en Broadway y aquí se exige
mucho por eso no valen medias tintas. Esta partitura es complicadísima.
Requiere y exige de los actores principales más de lo normal, bien porque
tienen que estar continuamente en el escenario, bien porque la exhibición de
graves y agudos es continua y no da tregua al descanso. Las Óperas Rock de Webber siempre han sido auténticas quebranta-gargantas,
no aptas para todas las cuerdas vocales y sólo accesibles para muy pocos. De
hecho, he oído que Elena Roger, reconocidísima actriz de musicales argentina, y
una fantástica y rara Evita, en este montaje, tiene que recurrir a su alternante, incapaz de poder
hacer dos sesiones los días que toca matinée.
Y digo rara porque es diferente al resto de “Evitas” que he oído antes. A mí me
gustó, me la creí y me hizo llorar cuando murió, y eso es importantísimo porque
no hay nada peor que morirse en un escenario y que la gente siga pensado que
estás viva. He leído que no está siendo bien recibida por los puristas del
género, autóctonos de Nueva York que, curiosamente, critican su acento
argentino, sin embargo, la crítica internacional consideran a Elena como una de
las mejores Evitas, incluso por encima de la primigenia e intocable, Patti
LuPone. No podemos olvidar tampoco que Elena Roger conoce este role a la
perfección y fue nominada con un Laurence Olivier por este mismo papel, en su reestreno en Londres allá por el 2006.
Ricky
Martin me sorprendió positivamente. No era la primera vez que se subía a un
escenario para interpretar un musical. Previamente lo había hecho en 1996
atreviéndose con el papel de Marius en Les
Misérables pero de aquél entonces ya habían pasado muchos años y el riesgo
de que su entrada en escena con el “Oh
What a Circus” sonara a “Viva la vida
Loca” estaba ahí. Afortunadamente no fue así. El papel le va como un
guante. Lo defiende con dignidad, carisma y simpatía, y lo mejor de todo, es
que se mete al público en el bolsillo, por un trabajo bien hecho y no por ser
quién es. En definitiva, que uno no se olvida de que Ricky Martin está ahí, pero
lo que ve y escucha de él, es lo que se tiene que ver y oír en este musical, y
lo ejecuta muy bien, sin divismos ni estridencias.
Para acabar, destacar el trabajo de la orquesta,
que no puede sonar mejor y la incansable participación del resto del elenco que
están permanentemente bailando, cantando, cambiándose de vestuario, y ello a
pesar de que muchos contaban con una edad considerable pero aún así, hacían lo
mismo que el resto, sin diferencias.
En definitiva, que el espectáculo me gusto
muchísimo. Su concepto purista y clásico está resuelto con elegancia y nivel, tanto
a la hora de desarrollar el montaje, oscuro pero muy bonito, insisto, como por sus
intérpretes, magníficamente elegidos, que dan la talla y están a la altura de lo que
una producción de estas características, en pleno Broadway, exige.
Vaya, veo que en este musical disfrutaste de lo lindo! Otro más para mi larga lista de deberes en Broadway..
ResponderEliminarLos claroscuros pueden deberse a que esta gente vio la versión original de la obra creada y compuesta por Nacha Guevara y Favero, hecha aca en Buenos Aires. La obra es puro claroscuro por cuestiones artisticas seguramente, pero tambien hay escasez de escenografía. No podría asegurar que es por falta de presupuesto.
ResponderEliminarEl punto es que esa Evita hecha por Nacha Guevara, es muy, pero muy realista y es coherente con el perfil histórico de Eva Perón. Lo demás, con todo respeto, es un desperdicio, porque la historia original de Eva Perón es tan fantástica que no dejo de asombrarme de lo insipido que queda cualquier argumento desviado de la realidad. Es como tener la historia de Jesus y convertirla en la historia de un cura de pueblo.