Tras un justificable parón, y
aprovechando el comienzo de la nueva temporada teatral, retomo mi blog para
compartir con quienes deseen dedicar unos minutos de su tiempo a leer mis
impresiones sobre lo que he visto, oído y vivido en los patios de butaca de los
diferentes teatros que he visitado en
los últimos meses.
Hacía varios años que no pisaba
la “Gran Manzana” y ya tocaba. La verdad es que dudé bastante sobre qué obra
ver. Muchas, ya las había visionado en anteriores visitas, lo cual me hizo
reflexionar sobre mi madurez incipiente, que ya se deja ver en situaciones
dubitativas como esta. Finalmente tuve claro que quería
aprovechar mi estancia para ver un clásico y una nueva producción de reciente
creación, decantándome por “Evita” y
“Spider-man, turn off the dark”.
Con respecto a "Spider-man", reconozco que tuve mis dudas. Por un lado las críticas no habían sido nada favorables con este musical sin embargo tenía claro que una producción de estas características, jamas la iba a poder ver en España, amén del morbo que producía, teniendo en cuenta los múltibles accidentes acontecidos y las camisetas que muchos newyorkinos llevan con el eslogan "¡YO sobreviví a Spider-man!", pasar tres horas en un teatro, con la adrenalina a flor de piel por si algún cachivache, o directamente el señor araña, caía sobre mi cabeza, sin olvidar, por supuesto, la curiosidad que despierta ver la producción más cara de la historia de Boadway.
Spider-man se puede ver en el FOXWOODS
theatre, un teatro histórico y gigantesco, ubicado en la mismísima calle 42 y
43 (tiene entrada por ambos lados), frente al también mítico New Amsterdam
Theatre. El teatro Foxwoods, sufrió una importante reforma entre los años 1996
y 1998. Fue construido en 1903 y bautizado con el nombre de “The Liric Theatre”
convirtiéndose por muchos años en el teatro más prestigioso y prominente de
Manhattan. Aún hoy sigue dando escalofríos ver el tamaño de su patio de
butacas, la grandiosidad de su escenario y la belleza de los detalles que
envuelven el edificio.
En cuanto al musical decir que “Spider-man, turn off the dark” es un
despropósito en todos los sentidos. Un arranque bestial y bellísimo, hacen
presagiar que aquello va a ser un continuo despliegue de pirotecnia. El
desarrollo de la historia es muy similar al de la película o el comic si bien
hay ciertas licencias que creo, responden más a procesos de adaptación teatral
que a caprichos de dirección. La concepción del musical es muy similar al
recorrido de una montaña Rusa; cada 10 minutos se produce una subida
vertiginosa, con caída brutal, curvas, giros y sorpresa final para después,
coger aire y volver a la carga.
En cuanto a la concepción del
espectáculo, criticado por muchos por la falta de evidencias en la producción que
justifiquen la gran inversión así como de un aire infantiloide rozando lo
cutre, manifiesto mi disconformidad. La estética comic está en todo momento
presente así como la mano y el espíritu de la genial Julie Taymor, que abandonó
el proyecto a punto del primero de los muchos intentos de estreno pero que mal
que le pese a algunos, incluso a ella misma, su estilo y su técnica están continuamente en detalles de la obra.
Este musical tiene momentos… uhmmm, algo irregulares, pero también momentos geniales por los que ya merece la pena haber
pagado el precio de la entrada, incluso me atrevería a decir, que haber ido ex
profeso a Nueva York. Sirva de ejemplo el genial número interpretado por Reeve
Carney, en el que, estando solo en su habitación, descubre que puede subir y trepar por las paredes y techo. O el
apoteósico final del primer acto donde, por fin, se produce uno de los momentos
más esperados por el personal y, por primera vez Spider-man da un recital de
acrobacias, vuelos, y lanzamientos de telas de araña por todo el teatro
(anfiteatro y palcos incluidos), sin
olvidar la lucha final entre el arácnido y el duende Verde, magníficamente este
último interpretado por Robert Cuccioli, en el edificio Chrysler.
La escenografía me pareció en ocasiones
divertida, puntualmente moderna, y en
general grandiosa y llena de hallazgos y recursos que dejan ver que detrás de
tanta parafernalia, está la mano de un
director. Parece increíble que algo tan
desproporcionado pueda entrar en un escenario y se pueda mover con aparente
facilidad.
Me gustó mucho la idea (muy desarrollada en su día por Taymor en “El
Rey León”) de hacernos ver más allá de lo que estamos viendo sin perder en
ningún momento nuestro punto de referencia; la butaca de un teatro. De ahí que nos
quedemos boquiabiertos cuando vemos a Mary Jane colgando del puente de Brooklyn
o lleguemos a sentir vértigo con el genial efecto del edificio Chrysler, o nos
olvidemos por completo del arnes que ayuda a Spider-man a volar y creamos que
realmente vuela.
Por último, y con respecto a la
música, tengo que decir que, personalmente, me ha gustado. Sí, de acuerdo, es
muy U2, y qué. Al espectáculo le va como un guante y eso es lo que debe contar.
Sin duda, por las características de la
música, es una partitura para oír en directo, más teniendo en cuenta que todos,
absolutamente todos, cantan e
interpretan la creación de Bono y The Edge, sobresalientemente con la
dificultad que ello entraña en un espectáculo de semejantes características,
destacando a Reeve Carney y su “Boy falls from the sky”, que en una escena
cargada de emotividad y estéticamente sublime, la canta como si nada y pone en
pie a los 2.000 espectadores que llenan el teatro.
Es evidente que a mí la obra me
gustó. Pero me gustó porque me sorprendió. Esperaba una bobada, algo hueco, y encontré una pieza con contenido. No soy muy
fan de este estilo de musicales ni suelen entrar entre mis preferencias a la
hora de invertir los más de 300 euros que me costó la entrada sin embargo, hay
determinadas obras que están ahí y que, no sé muy bien si por cultura musical,
por el marketing o por qué, pienso que hay que ver. Como dije al comienzo,
tengo claro que este musical nunca vendrá a España. Para empezar, no hay teatro
que pueda dar cabida a semejante montaje. Incluso Londres está teniendo
problemas para encontrar un teatro con capacidad para ello. En segundo lugar,
no creo que hubiese nadie capaz de asumir una inversión de tal envergadura, con
el susodicho riesgo que ello conllevaría. En conclusión, que esto es un
producto “puro” Broadway y sólo para Broadway, pero si podéis, id a verlo
porque no hay nada igual.
A mi personalmente sí que me atraía me atrae y después de leer tu crónica me atrae mucho más. Muero de ganas por verlo, este y muchos más en Broadway! Gracias por la crónica y gracias por volver, se te echaba de menos!
ResponderEliminara mi si que me parece que lo podrían traer a España considerando que van a traer Eurovegas a Madrid y normalmente estos complejos tienen grandes e inmensos teatros. si luchamos por él, seguro que lo traen.:)
ResponderEliminarEstoy contigo. Sobre todo, viendo lo que se cuece fuera, creo que Madrid empieza a pedir a gritos un gran teatro comercial dotado de la infraestructura necesaria y de un tamañó acorde con el tipo de montajes que se imponen en estos momentos en el mercado. Con lo que tenemos ahora, producciones como Spiderman, son inviables en muchos aspectos, empezando por el de ubicación,
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